¡Por más que insistan, no me voy!

El Regalo de Dios se llama el sector donde yo vivía primero.

Era un sector bastante bueno en cuanto a la tierra y la ubicación, pero había mucha gente y las casitas no es que fueran las más seguras; uno se iba a trabajar y cuando volvía le habían robado hasta el televisor, por esa inseguridad me fui a invadir la zona del lado que era muy empinada y era pura manga.

Luis Pérez nos desalojó 4 veces de esta parte: la primera fue tumbando las casas, después vinieron otros dos intentos en los que sacaron a la gente y el último sí fue el más bravo. Nos sacó a punta de fuego, quemó las casas con todas las pertenencias que habíamos logrado conseguir. Todo que por hacer respetar la zona de Medellín, pero antes quemó parte que era de Bello.

Después de ese último desalojo mucha gente se fue, pero yo volví a construir más arribita y ahí duré un tiempo, hasta que un día vislumbre en la parte de abajo del morro, gente con la etiqueta de FARC, a los días llegaron de la AUC. En la noche ellos apagaban las luces para que uno no los pudiera ver y aunque sí quedaba muy oscuro uno les alcanzaba a ver las etiquetas que alumbraban un poco.

En ocasiones me tocó reunirme con ellos –a la fuerza– en una cancha que había por ahí. Yo me hubiera quedado ahí de no ser porque ya tenía familia y me daba susto nos viéramos en la mitad de un enfrentamiento entre esos grupos.

Cuando me fui huyendo de los grupos armados, invadí esta parte –Oasis de paz– y aquí ya llevo 17 años. No fue fácil, nos tocó entre toda la comunidad abrir caminos con pico y pala, hacerlos con cuidado que no fuéramos a cerrar las vías de los barrios y le pedimos apoyo al Pinar con agua y energía. Ya cuando las casitas fueron aumentando conseguimos nuestros propios servicios. Cuando armé la casa no tenía mucho empleo entonces comencé con tablas de madera, de a poquitos construí dos piezas y una cocina, así con cualquier pedacito de madera que conseguía hasta que terminé la casa en la que vivo ahora.

#Invasión #Vivienda #Seguridad